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EL IMPACTO DE LOS PRECIOS INTERNACIONALES DE LA CERA PARA VELAS EN PYMES

En los últimos años, el mundo de los emprendedores de velas ha experimentado un fenómeno que pocas personas fuera del rubro comprenden en profundidad: la volatilidad de los precios internacionales de la cera. Para muchos clientes, una vela es simplemente un objeto bonito, aromático o decorativo, pero para quienes trabajan detrás del proceso creativo y productivo, la cera representa la columna vertebral de todo. Cuando la cera sube, sube todo. Y cuando la cera baja, aunque parezca un alivio, también arrastra consigo una serie de ajustes que obligan a las marcas a repensar estrategias, costos y proyecciones. Hablar de los precios internacionales de la cera es entrar en un ecosistema complejo donde intervienen factores climáticos, económicos, productivos y logísticos que muchas veces escapan al control de los emprendedores que solo quieren ofrecer un producto de calidad sin que sus clientes sientan el impacto en sus bolsillos. Pero entender qué está pasando, por qué ocurre y hacia dónde vamos en 2026 puede marcar una diferencia enorme en cómo una marca de velas se adapta y sobrevive en un mercado cada vez más competitivo y sensible a los cambios globales.


El caso de la cera de soya es un ejemplo claro de cómo un producto natural puede verse afectado por factores que parecen lejanos a la industria de las velas, pero que al final terminan repercutiendo directo en el precio de cada vela artesanal. La soya es un cultivo fuertemente influenciado por el clima, especialmente por fenómenos como El Niño o La Niña, que pueden causar sequías, exceso de lluvia o cambios en la temperatura del suelo. Cuando la cosecha baja, los precios internacionales suben de inmediato porque la oferta disminuye y la demanda sigue siendo alta, sobre todo considerando que la soya no solo se usa para velas, sino también para alimentación, cosmética y biocombustibles. Así, cuando la industria alimentaria paga más, los productores priorizan ese mercado antes que el de las velas, elevando aún más el precio. Este tipo de movimientos no solo encarece el costo directo de la cera, sino también los fletes, los seguros, las importaciones y la logística asociada, creando un efecto dominó que termina sintiéndose en cada frasco que un emprendedor llena.


La parafina, por su parte, se enfrenta a un escenario completamente distinto pero igual de volátil. Al ser un derivado del petróleo, su precio depende del comportamiento del barril, de la oferta de las refinerías y de los vaivenes del mercado energético global. Cuando el petróleo sube por tensiones geopolíticas, conflictos, decisiones de la OPEP o problemas de producción, la parafina sube detrás prácticamente sin posibilidad de desacoplarse. Esto significa que los emprendedores que trabajan con parafina están expuestos a un mercado que no responde a la producción artesanal, sino a una dinámica internacional mucho más grande y compleja. Incluso cuando el precio del petróleo baja, no siempre la parafina baja al mismo ritmo, porque las refinerías pueden ajustar la producción, priorizar otros derivados o modificar los márgenes. Esto genera una sensación de inestabilidad constante para quienes dependen de esta materia prima, obligándolos a estar observando el mercado energético aunque su negocio no tenga nada que ver, en teoría, con ese rubro.


En cambio, la cera de coco vive un comportamiento aún más particular. Aunque es una de las ceras favoritas en la categoría premium, su precio está influenciado por factores agrícolas específicos, ya que proviene del aceite de coco. Cuando hay escasez de cocos, ya sea por tormentas tropicales, plagas, falta de mano de obra o incluso cambios en la demanda internacional de coproductos del coco, el precio sube rápidamente. A esto se suma que la producción está concentrada en países específicos, lo que la vuelve dependiente de la estabilidad política, climática y económica de regiones muy concretas. Un ciclón en Filipinas, por ejemplo, puede afectar directamente el precio internacional de la cera de coco que llega meses después a Chile. Esto convierte a esta cera en una de las más sensibles a las interrupciones globales, pero también en una de las que más suben cuando la demanda de cosméticos naturales y productos veganos aumenta.


Una vez que entendemos la naturaleza de cada tipo de cera, resulta más fácil ver por qué los emprendedores se ven tan afectados cuando los precios se mueven. Una subida de un 10% en una materia prima puede significar un impacto mucho mayor en el costo final del producto, porque no solo cambia el precio base, sino también todo lo relacionado: envases, proveedores, importaciones, aranceles, bodegas, etiquetas, packaging y combustibles. Las importaciones, sobre todo en países como Chile, son especialmente sensibles, porque un contenedor más caro o un flete internacional con alzas repentinas pueden hacer que el costo total del pedido se dispare incluso antes de llegar al puerto. Y, por si fuera poco, hay que considerar el tipo de cambio. Incluso cuando el precio internacional se mantiene estable, si el dólar sube, la cera sube igual. Eso significa que los emprendedores no solo están pendientes del clima en Estados Unidos o de la producción en Asia, sino también de la volatilidad de la moneda local.


Esta combinación de factores ha llevado a que muchas personas dentro del rubro comiencen a diversificar sus tipos de cera o incluso sus proveedores. En algunos casos, marcas que trabajaban exclusivamente con cera de soya han tenido que incorporar mezclas con cera de coco para estabilizar costos, o han debido cambiar los gramajes, reformular recetas o ajustar sus precios finales para no perder márgenes. Esto puede generar desafíos adicionales, porque al modificar los porcentajes de cera cambian también la capacidad de aroma, el punto de fusión, la adherencia al frasco y la apariencia final del producto. De esta forma, el impacto no es solo económico, sino también técnico, artesanal y sensorial. Cada cambio implica pruebas, ajustes, horas de testeo y recursos que muchas veces el cliente nunca ve, pero que forman parte del trabajo silencioso que cada emprendedor realiza para mantener la calidad sin que el precio final sea imposible de pagar.


La estabilidad futura tampoco es fácil de predecir. Sin embargo, las proyecciones hacia 2026 sugieren que los precios de la cera seguirán siendo variables, pero con ciertos patrones que vale la pena considerar. En el caso de la soya, se espera que las fluctuaciones climáticas sigan marcando el ritmo del mercado, especialmente si los fenómenos atmosféricos extremos continúan aumentando. Esto significa que es muy probable que haya años de mayor estabilidad y otros de precios más altos, dependiendo directamente de la calidad de la cosecha. Para la parafina, se proyecta un mercado energético que continuará sujeto a tensiones internacionales, por lo que es esperable que su precio siga subiendo y bajando en función de factores externos. La cera de coco podría enfrentar altos y bajos similares, particularmente si la demanda de productos naturales sigue creciendo en el ritmo actual.


En resumen, hablar del impacto de los precios internacionales de la cera no es solo una conversación económica, sino también una conversación emocional y estratégica para quienes tienen negocios de velas. Entender cómo, por qué y cuándo se mueven estos precios permite prepararse mejor, anticipar cambios, ajustar ofertas y comunicarse de manera transparente con los clientes. Las velas, aunque pequeñas y delicadas, están insertas en una cadena global mucho más grande de lo que parece. Y conocer ese mapa permite no solo sobrevivir, sino también crecer con inteligencia en un mercado cada vez más consciente, exigente y cambiante. 

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